Preguntas para conocer nuestras raÃces
Mientras el árbol que forma parte de la remodelación edilicia de Kehilá toma forma, no vamos a hablar esta vez de ese detalle arquitectónico de la obra que empieza a concluirse.
Vamos a tratar aquí de lo que Shorasheinu simboliza en tanto proyecto, tiene en verdad una raíz profunda no sólo como forma de materializar un memorial para recordar a quienes nos precedieron y nos dejaron su ejemplo, sino como una serie de preguntas permanentes acerca de la identidad de una comunidad.
Tal es así que este interés se traduce en contenidos de la currícula para las y los alumnos de la escuela Bialik.
Dana Epstein, Directora General de la Escuela, así lo explica: “Valoramos la importancia de tener un proyecto de tradición familiar y explorar el tema de las raíces en el sentido de estudiar de dónde venimos. Al pertenecer a un pueblo que formó parte de tantos movimientos en base a acontecimientos políticos, históricos, religiosos y geográficos, es importante que las alumnas y alumnos sepan de dónde de vienen las costumbres y también, que sepan que las festividades que celebramos hoy en día se suceden en gran parte gracias a las comunicaciones y en forma simultánea. Esto nos sirve para contraponer la historia de que, en la antigüedad, ninguna comunidad sabía de las celebraciones de la otra, por ejemplo”.
Este punto permite también una valoración no solo de la tradición sino también de la historia y cómo se daba la trasmisión de rituales, saberes y conocimientos.
“Desde este lugar, la educación toma en su recorrido pedagógico el hecho de que cada alumno sepa su tradición familiar, de qué lugar y de qué corriente migratoria vinieron sus bisabuelos, o ya en casos, hablamos de tatarabuelos. La mayoría de nuestros alumnos son cuarta generación de judíos en Argentina”, agrega desde la Dirección de la Escuela Bialik.
El árbol de Shorasheinu lleva en su savia un interés particular por hacer memoria y explorar la identidad.
Este es un caso en el que las preguntas además de cumplir con su rol primero de interrogar, también son aclaratorias. Dana repasa los contenidos que reciben los alumnos cuando trabajan la tradición y el árbol genealógico en torno a preguntas tales como: ¿Cómo consecuencia de qué llegaron los abuelos que vivían también en Marruecos? ¿Cómo consecuencia de qué la familia se subdividió y vino la mitad de la familia a Argentina mientras que la mitad de la familia quedó en Estados Unidos? ¿Cómo consecuencia de qué movimiento cultural, algunos, la minoría, eligió emigrar a lo que en ese momento era la Palestina del Imperio Británico, luego convertida en el Estado de Israel? ¿Qué connotaciones les traía a las familias que una hija o hijo decidiese irse a lo que se llamaba Palestina? ¿Qué condiciones y huellas le trajo a cada familia el hecho de dividirse de acuerdo al cupo que le permitían a los judíos para entrar a tal o cual país? ¿Cómo conservar la tradición judía moviéndose de Europa Oriental a las pampas argentinas? ¿Adonde llegaron esos judíos, a una comunidad que estaba organizada? ¿Qué es lo importante que le dan las comunidades judías como base primordial para crecer como comunida: ¿Un cementerio, para poder hacer el ritual de sepultura como corresponde? ¿Un departamento de acción social para que, como dice la Biblia, no se queden afuera los que menos tienen?, ¿Qué valor le tiene que dar la tradición judía a eso? Estos interrogantes sirven también para referirse a las bondades de los países que les abrieron las puertas a los judíos europeos, los del Norte de África, a los pocos judíos italianos que llegaron a Argentina en el momento de la Segunda Guerra Mundial y hacer un estudio comparativo sobre qué ocurrió con las otras corrientes migratorias.
Explorar las raíces familiares es también parte de lo que nos constituye, primero, como seres individuales, segundos, como parte de una familia, con tradiciones, valores, códigos, principios; y en última instancia y no por eso menos importante, como parte de una comunidad que se piensa y se resignifica desde su historia, se para en un presente compartido y se proyecta al futuro.
Foto: Zalia Hiskin